Las historias de autonomías y luchas registradas en Envíos desde otros mundos posibles nos permiten ver que la realidad del presente contiene al futuro como un amplio rango de posibilidades. La selección de una posibilidad entre varias no está evidentemente prescrita de manera determinista en las tendencias que podríamos imaginar a partir de nuestro presente. Más bien hay un conflicto entre las posibilidades emergentes y el paradigma dominante, entre la potencia y el poder que estructuran el presente como una prescripción, excluyendo, erradicando e invisibilizando otras posibilidades.
Por eso, busco comenzar a socavar el punto de vista desde el cual el capitalismo hace sentido, partiendo de la idea de que la descolonización no es un intento por regresar a un pasado precolonial idealizado y pastoral, o a una subjetividad precartesiana, y de que los experimentos utópicos del siglo XX para vivir en comunidades fuera del capitalismo fracasaron. Propongo estos “ejercicios de imaginación radical”, cuyo objetivo es impugnar el orden social para romper con la separación entre la producción y la reproducción de la vida cotidiana, de las condiciones materiales y de su realización. No busco la puesta en crisis del monopolio de3 las decisiones sobre los asuntos fundamentales de lo público en manos de la élite ni cimbrar su legitimidad; más bien, intento reimaginar la vida colectiva a partir del desplazamiento de la centralidad del Estado y del poder instituido como sitios de lo político, y de las corporaciones como el pilar del sustento de las vidas. Mis ejercicios de imaginación radical son especulativos, utópicos, descabellados, crudos, violentos y contradictorios. Su objetivo es imaginar el camino hacia la autonomía para decidir los procesos de desarrollo territorial, la regulación de uso de suelo y la administración de los comunes, con la meta de producir la vida de manera comunitaria, con base en la dignidad, la autonomía y la capacidad de cooperación y ayuda mutua. Sobre todo, pretendo poner en cuestión el obsoleto aparato del Estadonación que no es más que el operador de los intereses corporativos del capitalismo absolutista y el extractivismo, que están poniendo la extinción masiva del planeta y el cambio climático en esteroides.
¡Otro mundo es posible! Sólo hay que imaginarlo.