Estudios literarios latinoamerticanos

Bios precario. Cultura y precariedad en Latinoamérica | Martín De Mauro Rucovsky

$350.00

Autor: Martín De Mauro Rucovsky
Titulo: Bios precario. Cultura y precariedad en Latinoamérica
Lugar de edición: México
Editorial: Bajo Tierra Ediciones (2da edición)
Año: 2025
Páginas: 258 pp.
Segunda edición en español: mayo de 2025
ISBN Bajo Tierra A. C.: 978-607-26689-4-2
Prólogo: Emanuela Borzacchiello
Diseño de portada: Lisandro Barrionuevo

 

“Somos materia compartida, en ensamblaje de mundos, vulnerables pero interdependientes, componiéndonos —a veces— con otros cuerpos.”

 

Vacas, perros y trabajadorxs precarizadxs. Un presente azotado por trozos de mundo. Virus, bacterias y ciertas grietas en los cementerios. Un tipo de vida que cae por debajo de lo perceptible. Lo visceral y la vibración sensible que se despliegan en el terreno de lo corporal.

 

Bios precario parte de una constatación: somos materia compartida, siempre entretejida con otros vivientes, en ensamblaje de mundos, con una cierta relación de movimiento y reposo. Funciones acopladas, un saber del cuerpo como ser finito pero expuesto. Lo viviente, en tanto vulnerable, define una condición de existencia corporal atravesada por la interdependencia con otros: lazos y encuentros, un enmarañamiento de fibras con humanos, animales, vegetales, cosas y objetos. Somos incompletxs e insuficientes, somos un plano de contigüidad y de proximidad interconectado.

 

Si la precariedad se predica a partir de lo vivo no es porque todo sea social o humano, ni porque todo lo orgánico esté organizado, sino porque el organismo es una desviación de la vida, y ésta, a su vez, excede lo orgánico. Una línea frenética de variación e intensidad: la trama de organismos, la importancia del nudo y del punto de intersección.

 

Sin desconocer que no todo viviente se puede interconectar, Bios precario también apunta a la imposibilidad del lazo, porque a veces ciertos cuerpos, al juntarse, se descomponen o se envenenan. Ese modo de composición supone, de forma coincidente y paradójica, un arte de las distancias. Es decir, cómo ser interdependientes sin estar yuxtapuestxs, sin generar flujos de toxicidad o contaminación cruzada, sin provocar violencia, muerte o el deseo de aniquilar aquello otro que me descompone. Y al mismo tiempo, esto señala un desafío por venir: cómo incrementar la potencia componiéndose con otros cuerpos.